
“Una mujer y una ciudad. Su pulso acelerado al ritmo frenético que marca un claxon desesperado en mitad de un atasco, el ladrido de un perro excitado y una trompeta que armoniza todo aquel ruido descompasado.
El bombeo incesante la impulsa dibujando en su trayecto ondas hiperbólicas, como curvas de nivel en un mapa topográfico. El movimiento es una constante en su trayectoria. Nunca frena, perdiendo la noción del tiempo, inmersa en una vorágine donde solo ella es capaz de encontrar el equilibrio.”